sábado, 31 de marzo de 2007

En la sala de espera.

En la sala de espera.

Noviembre 25, 2006 on 11:49 pm | In General | 1 Comment

Llegaba tarde como siempre, corrí hacia el otro lado de la calle, el cielo inusualmente nublado hacia que sintiera la necesidad de llegar a mi destino. llamé al timbre y me abrió una amable enfermera, me saludó con voz tonta. Se notaba que se reía de mí, me mandó pasar a la sala de espera. Era una sala de espera un tanto peculiar, el estilo de las paredes al ser un antiguo hospital hacia sobre acogedora.

Cerró la puerta, cogí una de las muchas revistas amarillas, de la mesa, la luz grisácea que se proyectaba sobre las sillas pegadas a la pared, la ventana cerrada y el ventilador con ese susurro que te ponía de los nervios.

El sonido del ventilador le martilleaba la cabeza, de pronto sintió una sensación rara, extraña, miró en la habitación y vió a una persona. Sentada en la esquina, esperando. Su largo y lacio pelo cubría la mitad de su cara, su aspecto tranquilo, reflejaba algo tan extraño. No veía sus ojos, pero sabía que la estaba mirando.

Siguió leyendo la revista anticuada, contaba algo del próximo hijo de la reina Sofía, una revista del corazón. La tiró encima de la mesa, y empezó a pensar cosas, sobre el color de las paredes, que tendría que hacer mañana. Tenía que comprar detergente, seguía sintiendo esa sensación, de incomodidad, intentó pensar en otra cosa.
Empezó a ponerse nerviosa la miraba, la figura no se movía no gesticulaba, ni siquiera temblaba por los 10 grados de la habitación. Solo estaba quieta mirándola.

Cada vez más se puso nerviosa se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación, ni se movió. Intento abrir la ventana pero estaba encajada.
Se puso más nerviosa, sus pasos se hicieron mas inquietos sus manos temblaban, frotándoselas para que no se notase.

La miraba la miraba no paraba de mirarla, levanto la voz, nada, no contestó. Seguía mirándola, dios por qué me miraba. Su cabeza empezó a nublarse, quería que parase
esa mirada reveladora que la abría por dentro encontrando sus mas recónditos deseos, sus frustraciones y sus secretos.

Todo eso quería que parara, se acerco, y la toco, no se movía. De pronto fuera de sí por la ira empezó a golpear el cuerpo como una loca, con sus manos la asfixió, con sus dedos vacíos sus cuencas, copeó y destrozó su cara, sentía que seguía mirándola, rodeó su cabeza se baño en sus sangre cuando partió con la esquina de la mesa su cráneo, resollando y resoplando con el cadáver todavía entre las mano, con su cuello roto entre sus lindas y torpes manos…

Entro la enfermera y un grito de terror invadió la sala, el panorama con las paredes salpicadas de sangre era aterrador, la mujer se levantó y dijo, es mi turno … por fin ya era hora.

Moraleja: si te haces médico no hagas esperar a tus pacientes.

Pd: para eduardo ya que es uno de los pocos adoradores del gore que me comprenden en esta parte del circulo de internet.

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