martes, 9 de junio de 2009

Tu eres mi hijo

Era militar, pero no uno de esos militares el cual desempeñaba su trabajo bien, e iba a casa con una sonrisa y un sueldo. No, era un militar hasta los huesos, era los de España, fe y patria.

Se llamaba Ramón, y era el mejor soldado que tenian en la zona, no tutubeaba nunca, nunca vacilaba. Acataba las ordenes al prie de la letra como si fuera una mismisima orden de Dios. Su trabajo, era el mejor en él. Sus cualidades eran idoneas, sangre fría, buen pulso, ningun sentimiento de culpa, y un odio profundo hacia los maricones.

Pues es lo que hacia, los ajusticiaba. En cuanto, en la zona corria un rumor, se ponian manos a la obra su patrulla, registraban, tomaban fotos. Hablaban con gente, y los "convencian" de que es lo que pasaba alli, y les instaban a olvidar tal o cual detalle, y a recordar su verdad. La verdad de España.

Jamas vacilo, al ver los ojos tristes, llorosos, taciturnos, surcados de lagrimas de horror, o simplemente melancólicos por lo que no podrían ver, besar o sentir jamas. Y se cerraban para siempre, implicable, apretaba el gatillo como el decía, por una mado divina que no le hacía jamás girar la cabeza para no salpicarse. Las cosas hay que hacerlas bien hechas, ese era su lema.
Jamas titubeo, un día de pronto, lo dejo todo, y se hizo contable. Lo expulsaron del ejercito con el rango de desertor y los mas bajos honores, nunca se le volvio a nombrar ni a dirigirle la palabra. Ante militares, y amigos. Era un fracasado, un desertor, una basura.

Se llamaba Ramón y era mi padre.

Mi historia es mucho mas corta, soy gay, maricon, bujarra, mariposon, o como se denomine en estos tiempos. Un día me vi decidido con toda la fuerza de esconderlo durante más de 10 años, a decirselo a mi familia, y a mi padre. Que era un militar reconocido en busquedas de maleantes. (algo habrían hecho digo yo, si los encarcelaba mi padre). Era un buen hombre, un día me plante ante el y se lo dije. Su mirada no refelejo gesto alguno, ni tristeza ni ira ni nada. Se levanto y se fue de la habitación.

Al día siguiente nos enteramos, mi padre era considerado un traidor, una escoria, y fue expulsado del ejercito. Entro en la casa, se acercó a mi y me dio un beso en la frente. Y dijo, eres mi hijo.

Y así acabó todo esto, mejor de lo que me esperaba. Mi padre se metio a contable, trabajando una oficina gris y polvorienta los ultimos 27 años de su vida antes de juvilarse con una pensión paumerrima que no daba ni para comprar todos los días pan. Pero era feliz, cada día que lo veía aparecer por la puerta era feliz. Su sonrisa, aunque desdentada, y sus ojos como oscuros espejos del alma, reflejaban una felicidad inmensa.

Un día, cuando estaba a punto de morir, aunque no lo sabíamos, le prengunte, el por que de su traición. El por que lo hecharon del ejercito. Me miro con ojos melancolicos, y dijo. Por quererte.
Me conto la historia, de como ajusticiaba a todos los maleantes, maricones, y vagabundos que existian, de como le originaban tantisima repulsa que en el fondo de su corazón anelaba volarles la cabeza.

Pero no entiendo por que lo dejastes.

Cuando me dijistes que lo eras, fui, y deserte. Sin un titubeo me fui, dejando el puesto al cual yo estaba destinado por obra y gracia de Dios. A mis superiores no les gusto, querian que siguiera, era el mejor. Pero no ibo un tono de inflexión en su voz. Se iba, y no hacia nada más.

Sigo sin entenderlo.

Es facil, algun día, el que te trajeran, y tu estubieras ante mi. Sería el día mas triste de mi vida. Por que era mi trabajo, y el trabajo hay que hacerlo bien. Deje el ejercito, por que no quería jamas verme en la situación de tener que elejir entre mi vida, y mi hijo, por que mi vida es mi hijo. Mi vida, eres tu.

¿Y por que no te enfadastes cuando te lo dije?

Por que soy militar, pero ante todo. Tu, eres mi hijo.

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